martes, 27 de abril de 2010

Mentes cavilantes

¿Qué es lo correcto?
¿Lo correcto para quién?
La correción no existe, lo que quizá para ti esté bien para mi sea impensable y viceversa. Incluso lo que para una persona pueda parecer correcto ahora con el tiempo le parece una barbaridad, y lo peor, lo que para tu mente entra dentro de los cánones del bien, para el corazón que no entiende de cánones ni de reglas le parece una santísima estupidez.
Y ante semejante controversia lo único que podemos hacer es buscar la forma menos dañina de actuar.
Pero he aquí nuestro segundo dilema moral, menos dañina ¿para quién?
¿Qué seria lo moralmente correcto, anteponer nuestro bienestar al ajeno, o el ajeno por delante del nuestro o dependiendo de la persona de que se trate tendrá prioridad o no? Y por último, ¿estamos dispuestos a hacer toda esa clase de concesiones en pro del bienestar ajeno?
Yo creo que en realidad se trata de buscar un dificilísimo equilibro entre lo que nosotros consideramos correcto, lo que estemos dispuestos a ceder en favor del otro y nuestro propio bienestar.
El problema, y he aquí donde se haya una servidora, es hacer este equilibrio, que sobre papel no parece más díficil que un crucigrama, pero que a la hora de la verdad nos provoca grandes dolores de cabeza, y más si el tema en cuestión es algo amoroso.
Por eso, en vez de decidir lo que es correcto en este caso, me encuentro en este blog divagando acerca de la dificultad de dicha tarea intentado posponer el momento de tan difícil decisión.

martes, 13 de abril de 2010

sentimientos adversos

En la oscuridad de la noche tus ojos:
me miras,
te veo,
no quiero.
Me aparto,
te evito,
vuelves de nuevo,
te encuentro.
Palpito al verte,
tan cerca,
tan lejos,
no puedo,
te quiero.
Me duele dejarte,
me daña tenerte.
Te extraño de día,
te anhelo de noche,
y mis labios de nuevo susurran tu nombre.
Mi corazón traiciona a mi mente despierta
y en mis ojos acecha una gota de agua
implorando perdón,
suplicando tu marcha.
Pero mi mirada cómplice contradice a la mente
pidiéndo a gritos que no te alejes,
que te quedes conmigo,
que me beses.
Así es como vivo en la duda
entre odiarte o quererte.